Hay un sonido que es inconfundible para los mexicanos. Cuando escuchamos al vendedor de tamales, generalmente no podemos evitar acercarnos para desayunar este rico platillo junto con un vaso de atole o en una guajolota. Si no sabes qué es una guajolota, aquí te lo diremos.
Los tamales son uno de los platillos típicos mexicanos más reconocidos, incluso mundialmente. Los turistas los adoran, pero nosotros también tenemos una historia de amor con esta receta de origen indígena que consiste en un guisado o dulce presentado en masa de maíz y envuelto con la misma hoja de esta planta. Según el tipo de tamal, también puede envolverse en una hoja de maguey o en una hoja de plátano. A estos tamales se les llama oaxaqueños.
Tanto en la ciudad como en los pueblos, encontrar a un vendedor de tamales es un motivo de alegría para todos los mexicanos. Como te contábamos al inicio de esta nota, las guajolotas son una de las presentaciones favoritas que tenemos para los tamales: son una torta de tamal, es decir, un pan con un tamal dentro, del sabor que uno quiera. Esta receta callejera es una de las más creativas y eficientes para los ajetreados ciudadanos que no disponen de mucho tiempo para desayunar, además de rica, claro.
Reunirnos a comer un tamal es una actividad que compartimos en familia y por ello estamos tan orgullosos y felices acerca de ella. Incluso, en México existen restaurantes especializados en la venta e innovación para recetas de tamales. Si no los has probado, seguro que encuentras algún vendedor en las calles en tu próxima visita a cualquier lugar de México, con su triciclo, ollas humeantes y la dulce bebida de leche perfecta para acompañarlos.
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